El hombre que sin querer me asustó

May 27, 2020 | Arte | 0 Comentarios

Solo antes de una señora con la que me intente casar hace 15 años, le había tenido mas miedo a otro cristiano, un caballero llamado Edgar Negret, artista colombiano, lamentablemente mas conocido por la generación baby boomers criollos, que como yo nacieron por los sesenta tempranos.

¡No le tenia miedo por el precio de sus obras ni por que hubiera conocido algo escalofriante de ese gran señor, fue por algo peor y muy preocupante!

Hace dos décadas largas, me dio por interesarme en cosas que a mis amigos de la época no les gustaban mucho. Ellos entre semana operaban enfermos en la clínica del Country o daban clase a polluelos de Juristas en la Universidad Javeriana de Bogotá y de Jueves a Domingo se gastaban los sudados pesos con la rubia talla 38 en una mano y en la otra un buen Sello Negro;  Aunque yo la pasaba muy bueno usando mis dos manos para lo mismo, empecé a notar que también disfrutaba invirtiendo mi  tiempo en algún Museo de Arte Contemporáneo o armando viaje un viernes por ejemplo para Medellín a ver las obras del museo de Antioquia. Me hacia invitar a cuanto congreso de Radiología había en el mundo y antes de salir de viaje la primera tarea era buscar por internet el mejor restaurante de Carne, la segunda era programarme para visitar cuanto museo de Arte hubiera en los alrededores.  La verdad esas dos cosas siempre fueron mas importantes que ir a las aburridas charlas de mis colegas amigos y a las de mis no tan amigos de la época.  A final del siglo pasado me toco vivir varios meses en Buenos Aires afilándome en técnicas que los demás Radiólogos Criollos no sabían y aunque fui juicioso a mi entrenamiento, lo pasaba mejor después de turno, disfrutando un buen Bifecito o *Galeriando* en búsqueda de mi nueva pasión: cualquier cosa que pudiera llamarse Arte Contemporáneo. Fui afortunado por que en esa época en Argentina el cambio era un peso argentino por un dólar americano y los Porteños tenían modo de hacerse a magníficos activos. Fue una buena época para lo que me gustaba.

Tal vez en la penúltima primavera del siglo pasado, un día cualquiera, al final de la tarde, me invitaron a una embajada, a tomar unos vinos con gente importante de por allá. Cuando llegue me di cuenta de que yo era el único que se bajaba de un Remis (* Remise* = taxi económico, sin emblema y manejado por su dueño, o sea el Uber de la época). Mas allá de la enorme puerta un par de waitress me entregaron una pequeña taza de cristal con agua y dentro una rodaja de limón, ¡¡que menos mal no me tome !!, por que era para humedecer las manos antes de entrar a la recepción.  El sitio espectacular, mas parecía un museo o una de las Galerías Gagosian en New York que un fortín de política exterior. Fui feliz por eso, pero seguía sin conocer a nadie. Me deleite mirando despacio cada una de las obras que estaban perfectamente colgadas en los salones y en los gigantescos muros de triple altura que llevaban a un jardín interior del tamaño del concesionario donde había comprado mi carro en Bogotá! Me pasee un rato por todas partes mirando como si supiera de que trataban las pinturas, sin entender ni un gramo, pero seguía mirando. Entre a un salón con mucha luz y me fui directo a una gran mesa atraído por las copas de campaña. Apenas me serví una, vi al lado una pieza metálica, grande, roja y llena de tornillos bien puestos. Por donde la observaba se podía ver el otro lado del salón y la fabulosa mesa llena de champaña.  Al rato un señor de la edad de mi papa me saludo muy amablemente y con acento gaucho me pregunto: “Le gusta?” …le respondí que si!, a lo que el contesto: “me gusta mucho esta pieza que usted lleva observando por tres champañas !!!”. No sabia si reírme o ir a esconderme en el baño. Pero en un segundo decidí enfrentarlo y aunque mi rostro estaba mas rojo que la escultura, saque valentía y le dije que yo admiraba a Edgar Negret, el autor de la Obra y valga la pena anotar que ninguna de ellas estaba marcada con las tarjeticas de galería, donde esta el nombre del artista, el año de fabricación y el precio. Con esfuerzo y tratando de no demostrar mi vergüenza, continúe preguntándole cualquier cosa. El amable señor cruzo palabras conmigo por los siguientes 15 minutos y fue muy interesante, era de esas personas que fácilmente se reconoce muy culta por su forma de hablar y el contenido de la charla. Realmente era alguien muy letrado, me hablo de algunas piezas de arte del lugar, algo de historia de su país y de la suya propia. Nos presentamos, pero igual que siempre me pasa desde joven, nunca me acuerdo del nombre de la persona ni para despedirme.

Era una de las primeras veces que estaba cerca de una pieza de arte tan bella y fabricada por alguien que mas adelante me iba inspirar miedo, el maestro Negret. Un par de horas después de mucha champaña, mucho arte y poca comida, ya me había conseguido algunos amigos de coctel a quienes pregunte el nombre del caballero. Hoy escribiendo esto, mas de 20 años después de la vergüenza de la champaña, me sonrío en secreto y me guardo para mi algo que ojalá el Alzheimer no me borre del lóbulo temporal. El elegante desconocido que le hablo a un medico de treinta, inexperto en arte y en todo, se llama Julio y su apellido es Le Parc. Quien al momento de escribir esto aun vive y se ha convertido en el mejor de los mejores del arte Cinético mundial, como quien dice una verdadera Eminencia.

Como de costumbre, casi no duermo por la noche (ni de día) y en esos años procuraba no complicarme la vida con el karma del segundo matrimonio, me tocaba distraerme hasta la madrugada leyendo cosas improductivas como Stock Market, Arquitectura y algo de Arte. Una noche desvelado baje artículos de Negret y me di cuenta que era la única persona famosa que cumplía anos el mismo día que yo, aclaro que con la sutil diferencia que el señor Negret había nacido casi medio siglo antes, y eso me hizo sentir feliz, hasta que un día me dio por cumplir mas de 40 y en el 2012 el día siguiente de nuestro cumpleaños, me entere que hacia unas horas había fallecido mi admirado artista.

¡¡¡Empezó el martirio psicológico para mi, pues nunca había visto que alguien muriera el mismo día de su cumpleaños y menos que fuera el mismo día del mío!!!   Que horror de pánico que sentí, sentimiento que me duro un buen rato hasta que racionalice y mi cerebro dejo de odiar por un segundo las clases de estadística medica y epidemiologia de sexto semestre, allí vimos que la probabilidad de repetición de un hecho como este es mínima y pude descansar por otro rato.

Sin embargo, la paz no me duro mucho, la historia es que, semanas antes había adquirido con algún esfuerzo y para pagar a plazos, una obra del maestro Negret, una pieza que hace parte de su colección llamada *metamorfosis*.  ¡Me faltaba entregar la ultima cuota y pensé esta vez con el bolsillo…, cuando un artista fallece sus obras suben de precio automáticamente!   En segundos me entro el pánico otra vez, pues, aunque ya debía poco, no sabia si La Bolsa del Arte estaba cambiando y ahora mi  deuda era mas grande de lo que había pagado.  Bueno, hice lo que todo deudor que se respete debe hacer, llame a mi verdugo de la galería de Arte y le dije que estaba listo para pagar la ultima cuota (aunque no tenia la plata, pero debía atacar).

Afortunadamente del otro lado del teléfono una dama de voz suave me dijo que esperaba ver el dinero en el banco y que pasara a recoger la obra; ¡que me felicitaba por que había hecho una magnifica inversión y en buen momento! Era la segunda vez que el maestro Negret me hacia sentir feliz.

Aunque No debió alegrarme la noticia de su muerte, hice cuentas y me dieron 92 anos; con criterio de medico pensé que había tenido muchos buenos días y había sido alguien privilegiado que pudo disfrutar de lo mejor que la vida le da a un ser humano y que además lo había hecho por casi un siglo.  Fue ahí que por tercera vez me hizo sentir feliz el maestro Negret.

Mi conclusión es que tuvo una vida afortunada, una vez lei que tuvo muchos hermanos, su padre un militar prestigioso y respetado se había retirado siendo General de la Patria. Nacido en familia acomodada de Popayán, disfruto de una buena casa familiar, finca, manejaba carro convertible cuando los demás ciudadanos apenas tenían para montarse en tranvia y podía estudiar fuera de su ciudad.  Gran Maestro desde temprana Edad, estudiante y luego docente de Facultades de Arte, de los pocos Fellowships colombianos en el Guggenheim de NewYork y amigo personal de Artistas famosos, fue director del departamento de bellas artes de la Universidad de los Andes, en Bogotá. Antes de cumplir 40, ya había recorrido Europa y casi toda América aprendiendo su oficio, haciendo amigos y tenia prestigio como escultor, a tal punto que era el único escultor criollo, que había vendido piezas a MOMA y a la OEA. Y si no me equivoco, junto con Santiago Martínez Delgado es de los pocos maestros colombianos que hicieron trabajos de arte para Nelson Rockefeller en persona.

Por esto y muchos detalles mas, que le adornaron una vida interesante y llena de oportunidades bien aprovechadas, pienso que fueron 92 anos envidiablemente vividos y me sentí feliz de nuevo ese día, gracias al maestro Negret.

A mi manera de ver es el segundo escultor colombiano mas conocido por la gente promedio como yo, también creo que es el mas imitado (o mas bien falsificado).  No siempre dedico su arte a fabricar hermosas piezas con tornillería, latas de perfectas formas geométricas y colores fuertes. En sus inicios trabajo con yeso y cartón, hizo rostros de gente, escultura de figuras Humanoides, que nunca he podido ver con mis propios ojos y de las cuales locamente me gustaría tener una, para disfrutar egoístamente de algo que pocos reconozcan por quien fue fabricado. Pienso que estas piezas son de tamaño mediano, tal vez de la talla de un hombre promedio; esto lo menciono por si alguien cree que en mi sala puede caber una escultura de las que hay en el aeropuerto de rio Negro en Medellín o en el parque el Virrey de Bogota. Menos mal el maestro Negret también fabricaba obras de tamaño promedio, adquiribles por gente con apartamentos de tamaño promedio.

No toda su obra es roja o amarilla y tampoco esta llena de tuercas, al principio de los 60s sus colores favoritos fueron el negro y grises. No por gusto escogió atornillar sus esculturas, si no me equivoco, fue la opción mas rápida cuando los vecinos y los bomberos de Manhattan le hicieron cerrar su proyecto de fundición.  Lo que, si caracteriza las bellas obras, de cualquier color que sean es una fuerte imagen que evoca la revolución industrial y la precisión de la mecanica hecha a pulso.  También hizo pintura, dibujos en carboncillo y acrílicos, que no son muy conocidos y ni fáciles de encontrar.

Con mucho pesar nos toca ver casi todos los días imitaciones, en un amplio espectro de mala calidad, tristemente comercializadas en centros comerciales, en las porterías de edifícios de apartamentos caros, en marqueterías de por ahí y hasta en los festivales de comida Gourmet del parque el virrey.   Se ven con frecuencia algunas piezas bonitas, vendidas como *múltiples* de series como navegantes, (que sin estar seguro), parecen hechas hace un par de meses y antiguadas por una firma con flumaster azul, debajo de la escultura, donde podrá decir NEGRET 1982 o algo así.

Es muy triste ver tan descolorida fabrica de imitaciones del maestro Negret.  Pero es mas triste cuando veo que muchos prefieren adquirir para un rincón de su casa una de estas flojas latas atornilladas, que hacerse a una obra original de un autor vivo y muy bueno como German Botero Giraldo, que a mi manera de ver es de los mejores y maneja cierta lejana semejanza, con obras geométricas, perfectas y estructuradas, de pronto del gusto de quien busca una pieza metálica y no conoce o no puede adquirir un Negret original.  Hoy en día una pieza verdaderamente original, ojala única, hecha por las manos del maestro, del tamaño de un microondas grande y con una edad entre 30 a 50 anos, podria costar 3 o 4 decenas de miles de dólares y una aspirina, para cuando veamos la comision del Galerista.

Después de haber ahorrado unos buenos pesos para volverse propietario de un Negret, hecho en la época que dice por debajo y firmado por el mismo Maestro, hay que buscarle un sitio estratégico donde todo el que llegue pueda verlo, pero que además quede lejos de las manos de los pequeños hijos, por si se les ocurre firmarlo o decorarlo con un sharpey. Si alguien encuentra una pieza así, no debería despreciar esta oportunidad de adquirir algo que además de hermoso es parte del patrimonio cultural del siglo pasado de nuestro país.

Edgar Negret nacido también un 11 de octubre, nunca se imagino lo feliz que me ha hecho con su trabajo y lo orgulloso que me siento cuando disfruto observando hoy un par de sus verdaderas obras en mi casa, a la hora que quiero. Signo Libra como yo, este hombre que por un par de días no me dejo dormir tranquilo, nos entrego una cantidad innumerable de magníficos trabajos hechos con sus propias manos. Al verlos y tocarlos dan sensación de fuerza, rudeza y a la vez delicada perfección.

Me siento feliz por millonésima vez al disfrutar una parte de la cultura artística colombiana y mas feliz aun cuando se que va a ser vista por el hombre de los ojos azules mas bellos que han pisado la tierra, mi hijo Thomas.

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